jueves, 5 de mayo de 2011

WADI HIMARA EN GRADO DE TENTATIVA


Si el Wadi Karak no se pudo hacer a la primera, el Wadi Mujib inferior tampoco. Era el descenso previsto para nuestro segundo día de barrancos en Jordania, pero al estar cerrado por riesgo de crecida, pasamos al plan B: cogimos los trastos y nos acercamos al Wadi Himara, unos kilómetros más arriba por la carretera del Mar Muerto. Este descenso contiene las dos cascadas más altas del país, de ciento veinte y ochenta metros. No está reseñado, pero una empresa de guías nos había facilitado alguna información y parecía estar equipado, así que decidimos intentarlo.

Una vez dentro del cauce, de carácter abierto y sin las formaciones ni la estética de los wadis Hudeira o Karak, iniciamos la progresión, y al poco llegamos a dos primeras cascadas. Sin equipar. Las evitamos fácilmente por su izquierda, y tras un par de caos de bloques y una hora en total de progresión, llegamos a la primera gran vertical.
























La instalación de salida era un anillo de cuerda, sin maillón ni anilla, que rodeaba un bloque empotrado. A ciento veinte metros del suelo. Para llegar a ella había que bajar un resalte de unos cuatro metros, que parecía necesitar una instalación que tampoco existía. Nos miramos entre nosotros, y después de comprobar que las malas vibraciones ganaban por unanimidad, abandonamos remontando. El puñado de spits, cintas y maillones que llevábamos encima tenía que servirnos para salvar alguna que otra instalación dañada o un peligro puntual, no para equipar completamente un barranco con dos grandes verticales.































Como no teníamos plan C, lo dejamos estar y nos fuimos a bañar al Mar Muerto, del que por cierto se tienen muy buenas vistas desde el barranco.



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