jueves, 14 de octubre de 2010

LA GOUFFRE D'ENFER


Hace ya bastantes años compré, vete a saber dónde, una de esas pequeñas guías de Edu Gómez, titulada "Pirineo Oriental francés, tomo I". El último descenso que recogía aquel librito era una por entonces desconocida Gouffre d'Enfer, al menos para mí. Echándole un vistazo a la reseña y las explicaciones que daba, estaba claro que por aquel entonces el barranco me iba grande, pero tarde o temprano caería. Hace unos tres o cuatro años me planteé por primera vez, junto a varios amigos, meterme en ese abismo infernal que describen las guías, pero no pudimos coincidir por diferentes motivos y el reto se fue posponiendo... hasta el sábado pasado. Ese día, por fin cayó el que está considerado como uno de los barrancos más difíciles de Europa. Su cotación, ED (Extremadamente Difícil), y en la escala francesa, v6 a6 VI.

¿Es realista esta calificación? ¿Se trata de un descenso mitificado? Lo que yo ví este sábado fue un cañón superlativo, salvaje, vertical, largo y de esfuerzo constante. Plantea bastantes pasos comprometidos y exige un buen dominio de la técnica. El caudal siempre es más o menos elevado, y la temperatura del agua, realmente fría. Todo ello, unido a las horas que supone encadenar los tres tramos, conlleva un gran desgaste y compromiso, por lo que sólo deberían abordar el descenso grupos reducidos de tres o cuatro personas, ágiles, autosuficientes y sobradamente experimentadas.






Tomando como referencia Vielha, en territorio nacional, saldremos por la carretera N-230 en dirección a Bossòst, y llegando a esta última, en una rotonda, nos desviaremos por la ctra. N-141 en dirección a Luchon (Francia). Superaremos el puerto del Portillon y entraremos en territorio francés. Llegaremos a Saint Mamet por la carretera D-618a, y continuaremos por ella hasta encontrar las indicaciones a Superbagnères - Vallée du Lys, que seguiremos (Ctra. D-125). Más adelante, siguiendo las indicaciones anteriores, nos desviaremos a la derecha por la D-46. Finalmente, en un cruce, ignoraremos a la derecha la carretera que lleva a las pistas de esquí de Superbagnères, y seguiremos recto. A dos kilómetros, encontraremos un restaurante y un gran aparcamiento, donde tendremos que dejar el coche. Cogeremos nuestras mochilas y continuaremos a pie por la pista que sale al fondo, en dirección a la central eléctrica de Enfer. Al llegar a ella podremos admirar las dos últimas cascadas del descenso, y evaluar el caudal. Tras ello, por la derecha tomaremos el sendero balizado con el número 43. Éste asciende sin pérdida, trazando zig-zags a través del bosque y cruzando el cauce varias veces. En aproximadamente 1h 20 minutos estaremos en el inicio de la Gouffre d'Enfer. Alternativamente, puede continuarse hasta el inicio de la Ru d'Enfer, la parte más abierta y menos interesante del río, y realizar el descenso integral.


El descenso de la Gouffre se divide en tres tramos diferenciados. El primer tramo es el más sencillo de los tres, aunque no tiene mucho que envidiar a los otros dos. Tras cuatro rápeles de entre 2 y 19 metros, se llega al punto más característico del tramo, una cascada fraccionada en tres tiradas de veinte, dieciséis y veintiún metros, con un pasamanos inicial delicado. Tras ello, haremos nueve rápeles más de entre cuatro y veinte metros y llegaremos al puente que marca el inicio de la segunda parte.






























 



Con el segundo tramo se llega a un punto de inflexión, en el que el barranco se vuelve más vertical y profundo. Un pequeño rápel de 9 metros nos deja bajo el puente, y en la cabecera de la cascada que da nombre al descenso. Ésta se fracciona en tres tiradas de 25, 15 y 15 metros, y nos deposita en el denominado Pasillo del Viento. Tras él viene la curiosa cascada del Tubo, en la que el agua, en su caída, deja un espacio central por el que tendremos que introducirnos. El siguiente paso es un largo pasamanos que conduce a un último rápel, de 21 metros, con el que practicamente se finaliza el segundo tramo y se llega a un nuevo puente.





























 







Y ya estamos en el tercer tramo, el más técnico y difícil del recorrido. Tras un par de rápeles que nos devuelven al fondo de la garganta, llega el paso más comprometido del descenso: el rappel guidé pyrénéen o pasamanos de los inhumanos. Se trata de un pasamanos-rápel guiado de 26 metros y doce puntos intermedios, que salva el estrecho canalón por el que se precipita todo el caudal. En función de la destreza del que lo monte, y del nivel de riesgo que quiera asumir, se utilizarán más o menos puntos intermedios. En cualquier caso, es necesario tener bien claro lo que se quiere hacer antes de meterse en este problema, y asumir que tanto el que lo monta como el que lo desmonta son los que más van a trabajar.
















Al final del RGP encontraremos la reunión de un rápel de 22 metros que nos dejará al pie de la cascada. Superado este paso llega una cierta relajación, como si ya estuviera todo hecho, pero todavía queda la cascada d'Enfer. Igual que las otras dos grandes cascadas del descenso, la fraccionaremos en tres tiradas (12, 25 y 30 metros).

















Al pie de este impresionante salto de agua, y después de unas ocho horas de actividad sin parar, daremos por finalizado un descenso realmente extraordinario.



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