lunes, 30 de agosto de 2010

CLUE D'AMEN

Alpes Marítimos, día tres. El descenso seleccionado para la jornada era otro de los clásicos de la zona, la Clue d'Amen. En esta ocasión, estamos ya ante un descenso algo más técnico y vertical: a diferencia de los barrancos que habíamos bajado durante los días anteriores, los rápeles aquí no son optativos, y sin bien éstos poseen poca altura durante casi todo el recorrido, la cascada final del descenso genera un salto de unos 70 metros, con pozas intermedias, que se fracciona en tres rápeles de aproximadamente 10, 30 y 30 metros. Esta cascada, admirable desde la carretera, se precipita y corre al encuentro de las aguas del río Var, en plenas gorgas de Daluis, y constituye el punto más característico de la Clue.


El descenso se sitúa en la zona más occidental de los Alpes Marítimos, por lo que tomaremos como referencia para llegar a él la población de Puget-Théniers. Saldremos de ella en dirección a Entrevaux, y pasaremos de largo para, en un cruce, desviarnos a la derecha en dirección a Guillaumes. La carretera, espectacular, resigue el cañón. Tras unos túneles y una curva a la derecha, encontraremos una pequeña área de descanso también a la derecha, desde la que se ven las últimas cascadas de la Clue d'Amen. Aquí dejaremos el primer coche, y con el segundo seguiremos subiendo por la carretera durante unos cuatro kilómetros, hasta cruzar el puente des Roberts y ver un aparcamiento a la izquierda. Dejando el segundo vehículo aquí, cruzaremos a pie el puente y seguiremos el sendero balizado que, en 1h 40 min, nos llevará al puente bajo el que se inicia el descenso.

















El barranco se caracteriza por el color rojizo de sus esquistos, un tipo de roca que habitualmente conforma barrancos resbaladizos, de pozas y cauces poco profundos y repletos de bloques. Todas estas condiciones se dan en este descenso, y también otra más: la discontinuidad. Los tramos engorgados se alternan con otros de marcha por cauce abierto.




































































Poco a poco, los rápeles van ganando altura, y el barranco se va cerrando. Antes de llegar a las cascadas finales, se encadenan varias cascadas y llegamos a una poza sifonada, que puede bucearse o superarse por arriba.





























































Tras esto, por fin estamos ante el salto final. Un rápel de 11 metros, que nos obliga a cruzar la vena, da paso a los dos rápeles largos con los que se finaliza el descenso. Es el punto más bello del mismo.
























Una vez abajo, sólo tenemos que buscar un punto adecuado para vadear el río Var (ojo a su caudal), y tomar un sendero que nos devuelve a la carretera, muy cerca del aparcamiento, en veinte minutos.

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